Arte parlamentario

Por Marcos Perearnau

Crónica del taller Y nos dicen que llueve (Intervención del espacio público expandido).


Un colectivo, en su mayoría compuesto por artistas formados en escénicas, realiza acciones de activismo artístico o artivismo desde 2015 en la Ciudad de Buenos Aires. Hallándose en pleno proceso de formación y expansión de un cuerpo y una autoconciencia cultural crítica, decide, como nueva acción, darse la forma de un Congreso. El Congreso, la forma del congreso, organiza sus contenidos transversalmente en tres ejes. Se emplaza en un varios puntos de la ciudad y en varios puntos de la semana. Enlaza sus inquietudes con las de otres colectivos, artistas, grupos, espacios. Y se propone aquello que, tanto el congreso parlamentario como el universitario, no son capaces de hacer: experimentarse y transformarse a sí mismos. Esta experiencia estética permite trabajar sobre su forma, en talleres, charlas, cafés y pausas, comités, videoconferencias, caminatas y manifestaciones.

Los tres ejes, distribuidos en los tres días de duración del Congreso, dan cuenta también de los pasos o actuación, propias del modo de movilizarse y darse conciencia del colectivo. La primera acción, día uno, es Desobediencia cultural. Ese sería su punto de partida, podemos decir, cómo la inteligencia colectiva se organiza en la acción. Al principio, entonces, la desobediencia y el pasaje a la acción no individual sino colectiva. Luego, el segundo día, se abordan Futuros Posibles, esto es, la revisión de paradigmas de lo común y la imaginación de otros paradigmas, a partir de comunidades sensibles. Por último, y también último día, el Congreso propone la formación de un Comité cósmico de crisis, cuya misión es una composición colectiva de la calle en manifestación. El último día, lo parlamentado en el Congreso, se presenta y moviliza públicamente a la calle. Con un taller previo en el que se trabajan las formas estéticas de la manifestación (cartelismo, cancionero), el cuerpo colectivo se mueve, justamente, hacia el bar Mú, situado ¡al borde de la plaza del Congreso! De un Congreso a otro Congreso, en uno de los márgenes del palacio legislativo, Escena Política deviene en una fiesta.

Lo que aquí va a desarrollarse es el paso, breve, por un momento de este proceso, a través de la participación en el taller Y nos dicen que llueve (Intervención del espacio público expandido), dictado el primer día por el colectivo PAPO.

PAPO (Paternal Arte y Política)* se lleva a cabo desde el 2010 en La Paternal Espacio Proyecto con el objetivo de crear puentes entre la práctica artística y el contexto social. Convocan a artistas para la realización de acciones en la vía pública en el barrio de La Paternal y trabajan en el acompañamiento de proyectos a partir de una orientación temática. La propuesta del taller, realizado en ISO (Instituto Superior Octubre) en el barrio de San Telmo, invitaba a los participantes a aportar un elemento vinculado a la lluvia. Paraguas, impermeables, botas de goma, fueron algunos de los materiales que trajeron los asistentes, cumpliendo con la consigna, todos ellos inútiles para el día de sol que tocó.

En una primera instancia, se organizaron grupos para generar imágenes utilizando estos objetos. Luego, se observaron y analizaron en conjunto las imágenes producidas. En un espacio reducido se multiplicaban las posibilidades de encuadres, gestos, detalles y montajes. El trabajo siguió con el estudio de la construcción de noticias de actualidad. Una de ellas, por ejemplo, refería a la declaración del titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, publicada en el diario La Nación, donde afirmaba que el Gobierno hizo de Tecnópolis «un lugar amigable».

El taller puso en discusión la idea de una expansión del espacio público en las redes, entendiendo a lo público, no sólo como un espacio común sino como un territorio semántico y visual en disputa. En ese sentido, la propuesta de manipulación y trabajo con y sobre los medios, revela que éstos no son el fin, sino el comienzo, desde donde es posible construir, a través de lenguajes —gráficos y audiovisuales—, las narrativas e imaginarios desobedientes. Así como antes los medios de comunicación trabajaron en la construcción del mensaje —tema abordado exhaustivamente en el arte argentino de los años sesenta—, el foco está puesto ahora en la generación de un clima (de pesadumbre, de alegría social, de crisis, de esperanza). Si las estrategias políticas -las artísticas también-, al igual que las publicidades en las que basan sus diseños, están dirigidas hace tiempo a capturar los afectos y el alma de las personas, las noticias trabajan simultánea, constante y persuasivamente en un ecosistema social, donde el cambio climático y de humor, son decisivos en la tendencia de los votos.

A pesar de la tecnología satelital, el clima sigue manteniendo un resto incontrolable y catastrófico, que impide volver el futuro calculable y previsible del todo. Un esfuerzo parecido y con resultados similares a los del clima despierta la voluntad del electorado, aquello que la tecnología parlamentaria intenta representar hace más de dos siglos. Y las encuestas y estadísticas de las ciencias sociales anticipar en pronósticos. Ante una voluntad general gobernada por minorías, astucia de la democracia, Escena Política propone un Congreso gobernado por el deseo, como condición estética, es decir, espacio temporal, para la composición de otras subjetividades. Se trata de un deseo referido a la afectividad, no al inconsciente para el cual tiene Ley, que permite revisar y experimentar en el propio cuerpo los efectos de lo que nos gobierna, el poder. ¿Para qué? Para ejercerlo en otra dirección. La escena, cuando deviene política, se libera del escenario, tecnología burguesa de control de la representación que favorece la espectacularización, para salir al contexto.

Una de las imágenes tomadas al comienzo del taller, donde aparecía una figura humana cubierta por un impermeable que ocultaba su rostro, fue la elegida para construir colectivamente una imagen que interviniera en el contexto visual y político actual. La instancia de apertura deliberativa se prolongó en la expresión de distintas ideas y voluntades, y dejó escaso tiempo para la producción de la imagen solicitada. La cual, después de varios intentos, no llegó a realizarse. Varios factores jugaron en contra del cumplimiento de este deseo del taller, entre otros, el horario de cierre pautado y sin posibilidades de extenderse, y también, que la elección de la imagen no atravesó una instancia clara de sufragio. De modo que la decisión no pudo ser asumida por este colectivo provisorio formado ocasionalmente por el taller.

La profundización del análisis de estos y otros factores, que suelen repetirse en las creaciones colectivas, bien merecerían un estudio aparte. Actualmente, el arte contemporáneo, sin proyecto político emancipatorio en el horizonte, se ha vuelto «democrático». Sus principios artísticos, fundados en una estética de la igualdad, son los principios de la democracia: publicidad y división de poderes. La exigencia de que el arte debe ser participativo, se sostiene en la creencia de que la discusión y la generación de nuevos pactos y consensos crean algo, cuando esto sólo es posible si hay un acuerdo previo. El peligro entonces es la apertura de instancias deliberativas infinitas que llevan en gran medida al debilitamiento de las fuerzas y la inacción. Al mismo tiempo, la falsedad de ciertos parlamentarismos permite, en muchas ocasiones, tanto velar la decisión de una minoría en una mayoría, como disolver el problema de la decisión y su responsabilidad en una mayoría abstracta. Podemos pensar que lo que el arte tiene de democrático es lo que tiene de minoritario, ambos son para unos pocos. Y que, en un mundo sin revolución, cuando el arte se politiza, adquiere las formas de una política ya estetizada.


* En el marco de Paternal Espacio Proyecto, PAPO es un programa cuyos autores conceptuales son: Nico Hache, Sebastián Linardo, Raquel Masci, Francisco Paredes y Josefina Zuain. Más en http://www.lapaternal.org/