El orden nunca puede ser público
El espacio de la ciudad se plantea desde el imaginario de la modernidad como un espacio neutral, democrático, de libre circulación y «público». Las fuerzas del control y de orden representan en el imaginario hegemónico al agente administrador de lo público que garantiza que todos tengamos igual oportunidad de acceso a lo que es de todos.
Primo hermano del igualitarismo del que nos habla el neoliberalismo, este imaginario es una ficción que sirve únicamente al poder y a la consolidación de una sociedad cada vez más policial.
En este contexto no es extraño que la derecha avance con el argumento de la ley abajo del brazo. Ante el vacío de la democracia y su reducción a una estructura institucional organizada para servir al poder hegemónico, la ley es lo único que garantiza que el edificio no se desmorone y nos mantenga atrapados dentro de un juego que no podemos ni terminar, ni tratar/develar como tal.
Estos imaginarios que tan claramente representan el interés de la clase dominante permean no sólo en la clase alta sino también en la clase media y baja. Así es que vemos miles de personas movilizadas contra la corrupción o contra la evasión de impuestos, sociedades de inmigrantes votar leyes contra migrantes contemporáneos, trabajadores explotados acusando a quienes se encuentran en situaciones alternativas a las que la alienación capitalista garantiza mediante la aplicación de la ley, la discriminación en cadena baja hasta los eslabones más bajos y aún allí se sigue reproduciendo. Y todo en nombre de la regulación democrática.
¿Quién precisa de lo legal? ¿No es el policiamiento de lo público otra forma de privatización? ¿Cuál es la potencialidad de lo ilegal en este marco? ¿Qué puede la ley además de policiar la inamovilidad de la inequidad actual blanqueada con el nombre de democracia liberal?
Abogados manteros
Hace unos meses la acción fue performada en el espacio público de una ciudad democráticamente cooptada por los administradores de la desigualdad. En Buenos Aires el macrismo gobierna desde el 2007 garantizando a los ciudadanos de bien que no serán más explotados que los ciudadanos del mal. Esta rivalidad entre subalternos beneficia enormemente a quien no lo es. Hoy la alianza, la única solidaridad posible es (igual que ayer) entre los explotados por el sistema. La performance de calle Abogados Manteros fue realizada por Escena Política, algunos integrantes del colectivo Abogados Culturales y un grupo de manteros durante el Congreso Transversal Escena Política, en el mes de octubre. Abogados matriculados bajo el nombre de Abogados Manteros tiraron mantas cual vendedores callejeros ofreciendo sus servicios a precios de mercado negro, en las calles Florida y Lavalle, pleno Microcentro porteño, que funciona de sitio neurálgico de oficinas del Estado, de los bancos y del flujo de turístico de la Ciudad. El asesoramiento ofrecido iba de cuestiones laborales a penales y el costo de la consulta irrespetaba los aranceles del colegio de profesionales al que estos pertenecen. La teatralidad apuntaba a una realidad no ficticia: la ley también está en venta y en manos de los detentadores de poder económico.
Mientras los Abogados Manteros incumplían no tanto la ley como la costumbre, ofreciendo asesoramiento legal a modo de vendedores informales, performaban el conflicto subyacente a la situación de los vendedores de calle con quienes estaba articulada la acción.
En Argentina los manteros son los vendedores ambulantes que revenden mercadería importada casi siempre ilegalmente. El conflicto con la legalidad involucra al origen de las mercaderías y su tránsito hasta llegar a los paños de los vendedores pero también al status generalmente migratorio, a menudo habitacional, laboral de quienes tienen este medio de vida.
Abogados Manteros sostiene que la única ley vigente en el momento que se refiere a esta situación es la que expresa en el artículo 83 de la constitución que este tipo de vendedores deberá estar registrado y debidamente reglamentado para así poder ejercer este trabajo en la calle. Sin embargo, años de desalojos, represión y persecución pasaron y siguen pasando sin que el gobierno haga efectivo algún mecanismo de regulación.
El círculo es perfecto y alimenta a la máquina de su sed de sujetos abyectos. Y de las consiguientes fuerzas represivas.
Esta semana abogados, artistas y manteros realizaron una acción política autodefinidos y organizad*s como Vendedores Libres. Tomando lugar en Florida y Lavalle los actores de la performance son manteros, la prensa, la policía, los transeúntes, Abogados Manteroes y artistas escénicos de Escena Política.
El guión toma cuerpos, desordenando los lugares asignados y concentrando en un mismo escenario la sin razón procedimental ejecutada por los «agentes del orden».
La obra sucede así:
Acto 1. 2011: antecedentes. manteros son desalojados violentamente de Florida y Lavalle. Este desplazamiento y prohibición es hecho a fuerza de intimidación, amenazas, persecusión y violencia física. El gobierno macrista de la ciudad de Buenos Aires se caracteriza por la criminalización de la pobreza y el mantero es el sujeto vulnerable (subalterno) ejemplarizante.
Acto 2. Octubre del 2016. La acción performativa Abogados Manteros nace del inusitado encuentro entre el colectivo de artistas escénicos Escena Política y el representante de Vendedores Libres (Omar Guaraz).
Acto 3. 13 de diciembre de 2016- Florida y Lavalle. Escena política. Los manteros deciden al cumplirse 5 años de su desalojo re-tomar la esquina de la discordia (cruce de dos peatonales) y realizar una asamblea donde convocan a la prensa y son apoyados por los colectivos Escena Política , abogados manteros y el Robert Dj ambulante quien luego de haber sido premiado por el gobierno de la ciudad por su aporte cultural fue echado del lugar donde pasaba musica y gorra.
Acto 4. 10 am del 13 de diciembre. Unos pocos manteros se encuentran en Lavalle y Florida y sin desplegar sus mantos esperan la llegada de abogados y de la prensa. A la hora combinada estos llegan. Concurren por algún motivo muchisimos medios y la presencia de los reporteros y las cámaras casi invisibiza a la presencia de los manteros que tímidamente están presentes y de a poco empiezan a desplegar carteles con consignas como «necesitamos trabajar», «no somos mafia». De a poco empiezan las declaraciones a la prensa que performando su argentinidad mediática genera un clima de urgencia y exacerbación que contrasta con la debilidad numérica de manteros y abogados manteros. La escena ya es subrreal pero es sólo el comienzo.
A medida que la prensa toma declaraciones e imágenes, se empieza a acercar policía vestida de policía y también civiles que se paran muy cerca e intimidantemente al lado nuestro. Uno me dice «yo sé quien sos» y no se mueve de al lado mío. Al principio pienso que es un baboso queriendo sacar charla pero enseguida entiendo que esa interpretación es no sólo ingenua sino errada. Las declaraciones continúan y el clima está inexplicablemente tenso entre los cuerpos apretados en una esquina que empieza a cerrarse. Los abogados y Omar (representante de los manteros) dan declaración uniendo la reivindicación de su derecho a trabajar con el asesoramiento legal que explica porqué la ley garantiza ese derecho.
Acto 5. Alrededor de 11am los manteros despliegan tímidamente sus mercaderías. A diferencia de la performance hecha en el Congreso Transversal hoy los protagonistas y vendedores son ellos. Abogados Manteros y un grupo de artistas-activistas de Escena Política están presentes respaldando a los manteros que son cuerpos mucho más tentadores para ejercer la violencia arbitraria que los artistas y abogados blancos y lindos de clase media. (Introspección: existe una violencia que puede ser convertida en potencia y que diferencia a los activistas culturales de los manteros. La apropiación de esta asimetría y la posibilidad de captar la atención de los activistas da cuenta de una diferencia de (toda) clase. Mientras los artistas piensan en como poner el cuerpo hay quien no tiene como sacarlo).
En el correr de las horas la prensa no se va y es actriz protagónica en el transcurrir del evento. Otra protagonista entra en escena y su partitura está organizada coreográficamente: la violencia. Ella no precisa del impacto cuerpo a cuerpo para ejercer su fuerza intimidatoria. Cual actores secundarios significando el evento, transeúntes de clase media y policías de civil ayudan al caldeamiento progresivo del ambiente. Se escucha «son ilegales», «no pagan impuestos», «es la de gran hermano»: voces privadas contribuyen con la acción represiva de la «fuerza pública». El fascismo coordinado.
Acto 6. 2pm: La policía cuya presencia había hasta entonces estado equilibrada respecto al resto del elenco empieza a crecer en número y performar un cerco coreográfico a la acción. Los manteros, abogados, artistas y la prensa no son desalojados sino rodeados por 3 círculos de policías: republicana, civil, privada. Los manteros que hasta entonces habían vendido algo de mercadería ya no pueden hacerlo. La prensa y los activistas culturales permanecen en el lugar y más atónitos que los manteros (acostumbrados a estas situaciones) miran sin entender el absurdo despliegue de fuerza para una acción pacífica y microscópica realizada por no más de 20 personas. La prensa es intimidada y la presencia de sus cámaras es crucial para desestimular el uso de la fuerza. Sus cámaras contrarrestan las cámaras de celulares de los policías de civil que apuntan a los rostros de manteros y activistas retratándolos violentamente. La tensión crece y nadie sabe qué hacer. Para quienes pasan por el lugar la escena es casi la de un cerco anti terrorista. Casi ni importa quién está adentro o por qué. La fuerza performa la penalización de lo que no circula, de aquello que pretende interrumpir la normalidad. La coreopolicía vence en la guerra de guiones.
Esta es la coreografía de la democracia contemporánea. No es casual que los actores capaces de generar impacto mediático y sed represiva no sean los mismos que quienes son sujetos de ella. Los manteros performan los sin voz y sin ley; la prensa y los colectivos artísticos los ayudan a materializar la mediatización del evento y lo hacen existir como tal (paradoja y potencia); la policía cumple su rol más predecible: no dicen lo que quieren, su presencia performa la violencia desde una quietud encapsulante, desde la violencia no activada que amenaza la ejecución de cualquier paso no previsto por una ley que ellos mismos inventan. Ready made legislativos. Los activistas-artistas colaboran en la construcción del dispositivo teatral que permite que la situación emerja y produzca sus consecuencias.
Teatralidad y ficción en la escena política contemporánea. «Va a estar bueno Buenos Aires». ¿Para quién?