Individuación de grupo en movimiento

Por Silvio Lang

El sábado 23, segundo día del congreso transversal, luego de la puesta en común del trabajo en los talleres, lxs artistas Federica Folco y Juan Onofri, coordinaron la Práctica de movimiento abierta y colectiva para cuerpos deseantes. La actividad reunió alrededor de 100 personas, en el subsuelo del Instituto Superior Octubre, hasta que surgió la posibilidad de seguir la prueba de movimiento colectivo en la calle, en la noche.


Romper el centro. O ocuparlo como zona de tráfico de informaciones sensibles. Respiraciones; alientos, temperaturas; tonos musculares; pieles; protuberancias; pulsaciones; volúmenes; texturas; otros ritmos; voz de voces. Desplegar un atlas de sensaciones mediante acoples de informaciones materiales que se componen sin quererlo. Risas; torsiones; apretadas; tensiones. Instituir una red de gestos contrafóbicos. Producir comunidad es aceptar vincularse. Como si la vida se te fuera ahí: en lo que hay de lo que te afecta. Sin embargo, hay más escalas: la red de vínculos crece, se expande, recorre otros puntos, amplifica el territorio de movimiento. Tampoco, soy arrastrad* a todo: hay micro-decisiones a partir de las afecciones. El poder de la masa es un conjunto de afectos-decisiones en juego que se ejecutan por contagio, por contacto. La masa habita lo que pasa y de allí surgen los gestos, las poses, las voces. La masa habilita lo que es desde lo que le hace y hace. El tejido de vínculos se relanza desde esas distancias que plantea el juego de las afecciones. Todo lo que pasa en la otra punta es, también, me pasa. Se suceden mareas de la carne, que me empujan como oleaje, cómo ondas. Toda una demos-trancia de la potencia de la masa. Entradas y salidas desde los extremos de la masa, que reúnen, desunen y vuelven a reunir la red masiva. Articularse en el ritmo. Sentir lo que viene en lo que hay ya entre los vínculos de los cuerpos. Reconocer una inteligencia colectiva atenta a los devenires. Desvariar el tejido. Centripetárlo. La masa fuera de sí; la masa desubjetivizada. Ese sería un modo de estar en contaminación permanente. ¡Viva la infección contra-neoliberal de los cuerpos deseantes! «Articulaciones indigestas», dijeron a la tarde, unas lesbianas anarquistas del Uruguay, en el taller Xpropiaciones. Y yo, agrego un enunciado aprendido en la lucha política por la vida de las personas viviendo con virus: «todo contacto es un contagio». Como quería Henri Meschonic, si hay una política, que sea «una política del ritmo». El ritmo es lo singular de la potencia que insiste en el tiempo como una anacronia hasta entrar en el tiempo como sincronía ritmada, pero asignificante: como un amor en fuga. Entrismo de la potencia en curva de crecimiento. Modular el tiempo instituyente de todo lo intenso entre nosotres. Antenas al porvenir de los cuerpos, por doquier. Relanzar la red; rematerializar la materia; ampliar las escalas de vínculos; salir a la calle en manifestación sensible. Demostrar nuestra potencia del estar juntes.